lunes, 9 de septiembre de 2013

Honrar a Aquel a quien servimos




¿Por qué está triste tu rostro?... ¿Qué cosa pides?… Nehemías 2:2, 4

Uno de los pasajes bíblicos favoritos relacionados con el trabajo es Nehemías Cap. 1 y 2. Nehemías, un funcionario del rey Artajerjes, había sido un trabajador tan ejemplar que el monarca quiso honrarlo brindándole ayuda cuando estuvo triste porque Jerusalén seguía en ruinas. 
Le preguntó: « ¿Por qué está triste tu rostro? ... ¿Qué cosa pides?…» (Nehemías 2:2, 4). 
No era un empleado cualquiera; era el copero, el hombre que probaba la bebida del rey para impedir que lo envenenaran. Para alcanzar tal posición, aparentemente se esforzó en su trabajo y honró a Dios en todo. Y el rey le concedió sus peticiones.


A Dios le interesa cómo trabajamos. Colosenses 3:23 nos dice: «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres». Podemos seguir el ejemplo de Nehemías de este modo:
1- Honrando a Dios al ser trabajadores competentes y confiables (Nehemías 1:11–2:6).
2-  Interesándonos con pasión por los demás y por lo que ellos valoran más.
3- Actuando, e incluso arriesgándonos ocasionalmente, para honrar lo que es importante para Dios y para los demás creyentes (2:3-6).

Cuando honramos al Señor en el trabajo, nuestros jefes tal vez lo noten. Pero aunque no lo hagan, el deseo y el propósito de nuestro corazón debe ser honrar a Aquel a quien realmente servimos: el Señor nuestro Dios (Colosenses 3:17, 23).

Reflexionemos: Dios honra la fe porque la fe honra a Dios.


¿Cuáles son los síntomas de una perspectiva errada del trabajo?
Le menciono algunas señales:

- Pereza (hacer lo mínimo o perder el tiempo).
- Pasividad (en lugar de vivir de acuerdo a nuestras convicciones y defender lo que es correcto).
- Robo (obtener lo que merecemos a cualquier costo).
- Quejas o murmuración (descontento).
- Celos o envidia.
- Ambición descontrolada.
- Rebeldía. Falta de sumisión o sujeción a la autoridad establecida.
- Deslealtad.

Pablo nos aconseja: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres. — Colosenses 3:23

La Sabiduría de Proverbios

Los Proverbios están llenos de sabiduría concerniente al trabajo y nos advierten sobre la pereza. Ellos nos dicen:

1.  A la persona perezosa le cuesta mucho trabajar: “El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar.” (21:25).

2. A la persona perezosa le encanta dormir, descansar, o jugar: “Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama.” (26:14).

3. Una persona perezosa pone excusas cuando se le pide algo: “Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles.” (26:13).

4. La persona perezosa desperdicia tiempo y energía, es improductiva: “También el que es negligente en su trabajo, es hermano del hombre disipador.” (18:9).

5. La persona perezosa cree que es sabia, pero en realidad es necia: “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar.” (26:16).

6. Una persona perezosa se mete en deudas por no trabajar: “La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria.” (12:24).

7. La persona perezosa tiene un futuro sombrío: “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará.” (20:4).

8. La persona perezosa puede llegar a empobrecer: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.” (13:4).

Podemos decir con seguridad que no hay lugar para la pereza en la vida de un cristiano.