Basándome en la carga que tengo en mi
corazón por los que no han conocido de Dios y no han recibido a Cristo como el
Salvador quiero hablar de lo vivido y la importancia de llevar una carga por
otros.
La verdad es que muchos creemos que para
hablarle a otros del Gran Dios que hace algo de la nada, de nuestro creador y
de Su Hijo quien murió en la cruz por nosotros , es necesario conocer la Biblia
al derecho y al revés.
Juan 9:24-30 nos muestra la historia de un
ciego de nacimiento quien sin saber al principio cuál hombre le había sanado
testificó una situación difícil de creer para los que fueron testigos del
hecho.
Juan 9:3 dice:
“Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
“Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
Nos da a entender por qué tomó a éste
hombre, que es lo mismo que hizo con cada uno de nosotros, no para que se
quedara callado, pues él contó lo que le había hecho Jesús, sino para hablar de
Sus Maravillas a los que no tienen esperanza. Y así Dios manifiesta Su obra en
nosotros para testimonio de los que no le han conocido y para los que no han creído.
Aquel ciego (supongo yo) nunca leyó las
escrituras, él no sabía tampoco quien le había sanado, pero Dios quiso hacer
algo en él para mostrar Su gloria.
Este hombre no se quedó callado sino que hablo de lo que había hecho
Jesús por él sanándole de la ceguera, situación en la que nos vemos reflejados
todos porque así mismo nos ha tomado a nosotros para mostrar su gloria, su
poder, su salvación y la esperanza que hay en Él, no para que creamos que lo
que otros ven bueno en nosotros es por nuestras obras, sino para que Su nombre
sea glorificado en nuestras vidas y porque Él quiere alcanzar a otros por medio
de nosotros.
Juan 1:6-8 dice:
”Hubo
un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese
testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese
testimonio de la luz.”
Nos da un ejemplo muy claro que no es por
nosotros ni por nuestras capacidades que otros llegan a Cristo, sino por lo que
Jesús hace a través de nosotros para testimonio de las maravillas de Dios y de
la Salvación, de la esperanza y de la luz.
En Juan 1: 1-23 Juan el bautista es para
nosotros una vislumbre de lo que
Dios quiere hacer por medio de nosotros para alcanzar almas con Su mensaje,
porque es nuestro deber dar testimonio de todo lo que Dios nos ha permitido
vivir y experimentar en Él, siendo nuestra vida un rayo de luz que le de
esperanza y vida a los que nos rodean por medio de lo que Cristo hace, así como
en algún momento la oración, el testimonio, el amor y la fe de alguien nos llevó
a caminar de la mano del Maestro.
Predicar no es sólo para pastores, predicadores,
evangelistas entre otros que han dedicado su vida en la Presencia de Dios y
tienen ese llamamiento, es también el deber que tenemos todos sin excepción y
el amor que anhelemos tener por las almas lo que nos lleve a predicar no solo
con palabras o con el hecho de saber toda la Biblia, sino con acciones, con
nuestro comportamiento, con amabilidad; sosteniéndonos de nuestro ayudador para
caminar cada día agradándole a Él.
Tito 3:1-7 dice:
“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.
Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.
Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”
“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.
Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.
Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”
El testimonio, como nos conducimos en cada
prueba, vivir alegres porque no hay razón para estar tristes o amargados, no
hacer acepción de personas entre otras situaciones como el diario vivir son excelentes
oportunidades de mostrarle al mundo que vivir en sus caminos vale la pena que
tener un Dios como nuestro Creador es suficiente motivo de gozo sin contar con
todas las bondades, misericordias y bendiciones que recibimos de Él no siendo
merecedores.
Así es nuestro Padre que anhela también la salvación del mundo porque para eso dio a Su Unigénito.
Así es nuestro Padre que anhela también la salvación del mundo porque para eso dio a Su Unigénito.
Caminar cuidadosa y piadosamente es
predicar con nuestras vidas, es mostrar amor y misericordia para tantas almas
que se están perdiendo.
Un joven en las manos de Dios es un arma
poderosa.
Su sierva en Cristo,
Mónica Restrepo.